La Nacionalización de la Banca en México
Durante su último informe de gobierno, José López Portillo, Presidente de México de 1976 a 1982, decretó la nacionalización de la banca como una medida para frenar la fuga de divisas, la cual ya había superado los 30,000 millones de dólares. En este mismo discurso, también responsabilizó a la banca de promover la fuga de divisas y criticó a los “sacadólares”.
La nacionalización de 49 bancos mexicanos fue una decisión calificada como desesperada que desembocó en la entrega de la banca a capital extranjero durante la década de los noventa y dos décadas de estancamiento económico.
Esa época había estado gozando un auge petrolero con la explotación de los yacimientos de Cantarell, promoviendo un crecimiento promedio del 7% del PIB anual. Desafortunadamente, los políticos creyeron que esos yacimientos eran ilimitados y se practicó un derroche en las finanzas públicas, provocando un déficit del 17% del PIB y se triplicó la deuda externa a más de 60,000 millones de dólares, disparando la inflación y devaluación.
Los buenos niveles de desarrollo tecnológico logrados durante la década de 1970 ya no existían diez años después, cuando la banca de México se presentaba atrasada y débil.
Los banqueros se abstuvieron de protestar tras recibir los Bonos de Indemnización Bancaria por un total de 1,200 millones de dólares, más intereses, que se terminaron de pagar hasta 1989.
La banca mexicana se volvió a privatizar en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), quien la vendió a las casas de bolsa. Ellos, acostumbrados a la inversión especulativa, llevaron los bancos a la quiebra para venderlos a la banca extranjera.
Actualmente, 92% de los bancos en México pertenecen a grupos financieros extranjeros.